Hace unas semanas os hablaba de los cambios que da la vida.
Pero hay más motivos para ese cambio. Y se llama Leah. Mi perrita.
El 12 de Enero de 2013 nacía Leah, mi pequeña, como yo le llamo. Regalaban 13 dálmatas. Mi perro favorito, aquel que he querido siempre.
Acababan de operarme la rodilla y todo el mundo me decía : ¿Cómo vas a meter a un perro en un apartamento? ¿Cómo vas a llevar un perro en coche? ¿¡¡¡Cómo , cómo , y cómo?!!!
Sabéis qué , no tienen ni idea.
Vale, Leah viviría por semana en un apartamento pequeño, pero sale a la calle a pasear y a correr mucho más que los perros de mis vecinos que están encerrados en sus grandes jardines pero que puedes ver en sus ojos y ladridos la desesperación de poder pasear por la ciudad, ser libres por unas horas supongo…
Y el coche… a Leah le encanta! Observar por la ventana y dormir, dormir mucho.
Hoy mi post es para dedicárselo a ella, a mi compañera, a mi amiga. A Leah.
¿Por qué?
Porque desde hace 10 meses me hace compañía, me hace reír, caminar ( lo necesitaba y mucho para mis rodillas) a querer de otra manera, a vivir, pero sobre todo a disfrutar.
Porque cuando me voy de casa horas o 15 minutos cuando llego me saluda como si pasaran meses, qué maravilla!!
Y es que no puedo estar más de acuerdo con la frase de Friedrich Nietzsche:
«Creo que los animales ven en el hombre un ser igual a ellos que ha perdido de forma extraordinariamente peligrosa el sano intelecto animal, es decir, que ven en él al animal irracional, al animal que ríe, al animal que llora, al animal infeliz.»
Nuestra primera foto 🙂
Hoy en día ya es una perrita grande de 20 kilos!
Y vosotros, ¿sentís lo mismo?